No quiero doblar personajes feos y malvados
VICENTE TORTAJADA
(Sevilla, 1952- Sevilla, 2006). Nacido en 1952 de pequeño contrajo la
poliomelitis, lo que lo obligó a pasar una niñez sentado en su balcón de
la Puerta de la Carne. Años después, este escritor se licenció en
Derecho por la Universidad de Sevilla. De él Fernando Iwasaki dijo que
«fue un agitador cultural y uno de esos escasos sevillanos que tenía un
profundo conocimiento sobre la ciudad y, a la vez, tenía una cultura
cosmopolita».
Cuando terminó la Universidad hizo carrera en la
Administración y desempeñó el cargo de secretario de Ayuntamiento en
varias localidades de la sierra onubense, y finalmente en el
Ayuntamiento de Gelves. Como escritor cultivó, fundamentalmente, la
poesía y estaba adscrito al denominado grupo de la poesía de la
experiencia. Aunque, realmente su poesía era más personal, más
metafísica y nunca ha sido estrictamente realista, ya que tenía también
una veta irracionalista. Su producción poética abarca libros como
«Sílaba moral» (1983)
-Premio de Poesía Luis Cernuda, del Ayuntamiento de Sevilla, concedido ex aequo con Manuel Díaz Crespo-, «Pabellones» (1990) y «Esplendor» (1994), entre otros. Vicente Tortajada estuvo vinculado a la revista literaria Renacimiento y estaba al cargo de la colección «La novela pasional». Además, fue el responsable de la edición de una antología de poesía amorosa de Vicente Núñez, titulada «Mío amor», también publicada por esta casa. Vicente Tortajada fue un escritor de escritores, con mucha personalidad y muy admirado en Sevilla. Su obra no es muy voluminosa, porque siempre cultivó más la vida que la literatura.
En el siguiente texto, relata una anécdota que él mismo reflejó tal cual en su libro "Flor de Cananas" con Paco de la Cueva padre, dueño de ALTA FRECUENCIA y su particular petición para no doblar personajes feos y malvados.
De vuelta en Sevilla, tuve que ir a los estudios de Alta Frecuencia, los de calle Goles, para doblar un documental sobre la fabricación peculiar de las Harley Davidson-, tenía que poner voz a jubilados que recordaban feroces competencias en el mercado de los 50's con la Norton, voz a los chistes nasales y mal traducidos de Ronald Reagan visitando la fábrica. En fin... Siempre -es curioso-, durante el tiempo en que estuve haciendo doblaje, en Videotake, en Studio 1 o donde quiera que fuese, mis «takes» eran voces de personajes perversos y feos.
Recuerdo los personajes siniestros y rijosos de la Katty Tippel de
Paul Verhoeven, o los duros que maltrataban a Kim Basinger en Hard
Country, o gobernadores que sistemáticamente negaban indultos... Siempre
quise suponer que en mi caso se trataba de mi hábil versatilidad de
registros en tonos de barítono; pero en el fondo -ya sé que es absurdo-
sabía que no había otro motivo sino que los estudios dan este tipo de
personajes a los dobladores con cara de malvado. Así de simple -¿es
absurdo o no?-; y yo la tengo algo decimonónica. La verdad es que me
parezco al malo de Charlot en La Quimera del Oro: la cabeza, las cejas
de búho, los bigotes... En fin.
Cuando terminé con Reagan y las Harley, le pedí el favor a Paco de la Cueva:
-A ver si me sé explicar, Paco; yo lo que quiero es que me saques
de las bobinas la voz del viejo este que estamos oyendo, nada más; del
que contesta. (Porque yo no doy el tipo de la noble derrota de Emil
Jannings en el Ángel azul...) ¿Tú crees que se podrían eliminar las
preguntas y las conversaciones de la muchacha? Es que yo de ahí tengo
que ir espigando lo que trate de Vallina, y sacando todos mis datos de
lo que largue el abuelete que, por lo que parece, o fue familiar o amigo
de don Pedro. (Ni siquiera tengo el porte de don José Ma Navarrete, el
catedrático de Penal, y eso que si lo llega a coger Lombroso va directo
al garrote vil..., pero don José Ma tenía una dignidad y un caché que lo
que le hubiera pegado es el papel de asesino con pinta de señor
honorable en alguna película de Cronenberg...)
-Y ése ¿quién era? -interrumpió Paco mi ensimismamiento de doblador de malvados.
-Un anarquista antiguo, un médico sevillano... El doctor
Vallina... (A saber la cara del Vallina este, ya me imagino doblándolo;
seguro.)
-Lo que se puede intentar es esto mismo que estamos haciendo,
pero con mis trucos... Yo programo, y por la derecha va saliendo el
chorro de papel con las palabras del viejo solas; ecualizo el timbre y
sale la voz suya y de nadie más.
Y en papel, que te vendrá mejor seguramente ¿no?
-Joder, que aparato más increíble. (¿Ves tú?; al Paco mismo le
darían cualquier voz, desde jefe de estación hasta la de amigo del
protagonista..., tiene un físico que lo mismo da para roto que para
descosido. ¿Y yo por qué voy a tener que aceptar esos criterios
abstrusos de los estudios? ¿Tienen algo que ver esos criterios con tonos
y timbres como dice Paco? Ni una vez más; la próxima, planto cara...
No, si planto cara es cuando me dan los mismos personajes otra vez.)
-Lo que no tenga yo, muchacho... Ya te avisaré cuando tenga esos papeles listos.
-El problema será el de puntuar el monstruo que salga... (Eso, un
monstruo: peor es que te den a doblar al sicópata de Nicholson; o ser
el monstruo mamón que se ha cargado a Clint Eastwood con el doblaje,
¡vaya vaya..., la voz de bidón hueco que le ha puesto el hijoputa!; no
tengo ni idea de quién pueda ser: uno gordo, porque yo le he oído en
anuncios de la tele también... A lo mejor no es más que un rollo mío.
No, no, nada de rollos, ¿somos tontos? El pobre de don Pedro Sempson se
dobló todos los personajes que tenían cara de don Pedro Sempson...)
-Eso ya es problema tuyo. Míralo por el lado bueno: manejando
puntos y comas puedes hacer decir al buen hombre todas las mentiras que
te parezca.
-No tengo por qué hacer virguerías: ya con el contexto se avía
uno -contesté molesto; el señor Paco se estaba permitiendo chuflas
respecto a mi lealtad con la Historia.
-Qué flojo eres, coño... -se permitió, insistente, el Sr. de la Cueva.
-¿Para cuándo, más o menos? (¿Cómo se llamaría el gordo grandote ese de las películas de Charlot? Yo lo sabía...)
-Déjame dos semanas; que revisen y que comparen los papeles con
las bobinas por si se cuelan otras voces, ruidos... Yo te aviso pronto,
no te preocupes. ¡Y que te salga bien tu estudio con las cosas del viejo
este de los cojones! -la sonrisa redonda de Paco.
-Vamos a ver qué pasa, Paco... Gracias, artista; nos vemos cuando
me llames... (Que no le pongo mi voz ni una vez más a un alcaide
subnormal; ni a un camionero country&western y borrachuzo por más
señas; y, ni mucho menos, a un padre traumatizante en los flash- back de
la cara-pollo esta..., de la Meryl Streep, que con lo vieja que es no
hay ni una película donde no vaya previamente traumatizada... ¡Para eso,
para eso me ha servido mi versatilidad de barítono, para doblar todos
los malos de La Llamada del Oeste!, ¡y es una serie!)